Empezamos elaborando la base de la tarta y para ello trituramos las galletas, las ponemos en un bol agregándole la mantequilla derretida para mezclar bien.
Luego cubrimos la base de un molde redondo (usé uno de 21 – 22 centímetros de diámetro) forrado con papel de hornear refrigerándolo mientras preparamos el relleno de la tarta.
Colocamos en un caldero el azúcar blanquillo, la nata y el queso crema poniéndolo al fuego, mezclándolos bien con varillas manuales.
En un tazón diluimos la maizena en la leche fría a temperatura ambiente vertiendola al caldero.
Seguimos batiendo la mezcla hasta que espese y rompa a hervir y la volcamos sobre la base de galletas.
La dejamos atemperar a temperatura ambiente para después dejarla cuajar en la nevera.
Cuando la tarta haya cuajado preparamos la cobertura.
Para ello ponemos en una sartén los 50 gramos de azúcar moreno y un chorrito de agua hasta que se empieza a formar un caramelo rubio.
Habremos troceado el dulce de membrillo...
... añadiéndolo sobre el caramelo.
Vamos trabajando la mezcla con ayuda de una cuchara de madera hasta que la mezcla está integrada y el dulce de membrillo se haya fundido.
Lo dejamos enfriar ligeramente y luego lo extendemos sobre la tarta de queso ya cuajada extendiéndola para alisarla.
Metemos de nuevo en la nevera dejándola refrigerar al menos durante 5 horas (mejor de un día para otro).
Cuando vayamos a consumirla la desmoldamos, la pasamos al plato de presentación y la cortamos para servirla en porciones.
La tarta de queso y membrillo está lista para comer.