Empezamos limpiando bien el solomillo retirando el exceso de grasa y las partes duras...
... y lo salpimentamos.
En un caldero apto para horno con el aceite de oliva caliente sellamos el solomillo por las dos caras a fuego fuerte durante un par de minutos por cada lado.
Cuando esté doradito agregamos el jengibre en polvo, el ajo muy picado y el puerro cortado en rodajas.
Mientras se va pochando mezclamos en un cuenco el vino blanco, la miel y un chorrito de vinagre de manzana...
... y lo vertemos al caldero, nos servirá para desglasar el fondo del caldero.
Dejamos evaporar el alcohol y después vertemos el vaso de caldo de carne...
... y la salsa de soja.
Vamos precalentando el horno y pasados unos minutos añadimos una puntita de anís,
removemos bien y metemos el caldero en el horno.
Si tu caldero no es apto para horno pasa el guiso a una fuente de horno.
Lo horneamos a 180ºC durante unos 20 – 25 minutos dándole la vuelta a la carne a mitad de la cocción.
Cuando el solomillo esté cocido (lo puedes comprobar pinchando con una brocheta o un cuchillo y que no salga jugo) lo retiramos del horno.
Pasamos el solomillo a una tabla y lo cortamos en medallones de un centímetro de grosor y trituramos la salsa.
Volvemos a poner el caldero al fuego colocando los medallones de carne cubiertos por la salsa cociendo a fuego bajito durante unos minutos más para que la carne se termine de impregnar con la salsa.
Tu solomillo glaseado está listo para comer.
En mi caso lo acompañé con un puré de papas, aunque puedes utilizar otras opciones como arroz blanco o papas fritas.