Empezamos poniendo los huevos en un bol...
... agregándoles los cincuenta gramos de azúcar blanquilla...
... mezclándolos bien con ayuda de unas varillas eléctricas hasta que hayan aumentado su volumen y blanqueado.
Luego vertemos el aceite de oliva y el anís sin dejar de batir.
A continuación agregamos la ralladura de una naranja, integrándola a la mezcla.
Mezclamos la harina con la levadura y la pizca de sal y la añadimos a la mezcla anterior.
A partir de aquí amasamos con las manos removiendo bien hasta tener una masa manejable que no se pega a las paredes del bol.
Cubrimos la masa con film pegado a la superficie y lo metemos en la nevera para refrigerarlo al menos una hora.
Pasado el tiempo sacamos la masa de la nevera y ponemos a calentar aceite (usé de girasol) en un calentador al fuego.
Vamos cogiendo porciones pequeñas de masa, hacemos una bolita y con el dedo índice le hacemos un agujero en el centro para que quede la típica forma de las rosquillas y las vamos poniendo a freír.
Cuando hayan dorado por una de las caras les damos la vuelta con ayuda de un par de cucharas y cuando estén bien fritas por ambos lados las ponemos a escurrir en un plato sobre papel de cocina.
Mezclamos en un plato unas cucharadas de azúcar blanquilla con canela en polvo al gusto y cuando las rosquillas vayan atemperando las rebozamos en esta mezcla.
Tus rosquillas de naranja están listas para comer.
Usa un recipiente hermético para guardarlas.