Empezamos aromatizando el aceite de oliva y para ello lo vertemos en un cazo con la cucharadita de anís en grano...
... y lo ponemos al fuego dejando cocer a fuego mínimo durante un par de minutos.
Luego separamos el cazo del fuego y dejamos que el aceite atempere para continuar.
Aprovechamos para tamizar, en un bol grande, la harina con la levadura y la pizca de sal mezclando dichos ingredientes con una cuchara haciendo un hueco en el centro para añadir el resto de ingredientes.
Cuando el aceite haya atemperado lo vertemos sobre el bol de la harina a través de un colador.
Vertemos también el licor de anís que utilicemos y mezclaremos con ayuda de una cuchara de madera...
... para añadir finalmente el azúcar.
Seguimos mezclando todos los ingredientes para terminar amasando manualmente durante un par de minutos hasta tener una masa manejable que se separa de las paredes dejándola reposar durante unos 10 – 15 minutos.
Aprovechamos para ir forrando una bandeja de horno con papel de hornear y poniendo en un plato unos 50 gramos de azúcar blanquillo para rebozar las rosquillas.
Pasado el tiempo cogemos porciones de masa del tamaño de una nuez de unos 25 gramos de peso que amasamos bien con las manos para luego formar una bola y luego le damos forma de rosquillas aplastando un poco la bola y metiendo, con cuidado, un dedo en el centro.
Una vez hecha la rosquilla la vamos rebozando por una sola cara en el azúcar.
Luego le damos la vuelta y las vamos poniendo en la bandeja forrada un poco separadas, con la parte del azúcar hacia arriba.
Precalentamos el horno durante 10 minutos y luego las metemos en el horno y las horneamos a 180ºC durante 15 – 20 minutos hasta que empiecen a dorar por los bordes sin dejarlas más tiempo ya que luego endurecerán.
Cuando estén las sacamos del horno y las dejamos enfriar sobre una rejilla.
Tus rosquillas de Monasterio o de Todos los Santos están listas.