Empezamos forrando un molde redondo de 21 – 22 centímetros de diámetro con papel de horno, tanto la base como el lateral.
Luego escurrimos la piña reservando un par de rodajas para la decoración final y el jugo.
Introducimos la piña en el vaso de la trituradora.
Ponemos la gelatina en polvo a hidratar en un cuenco con un poco del jugo durante 10 – 15 minutos.
Utilizaremos el resto del jugo para humedecer los bizcochos que vayamos a usar de base.
Trituramos la piña, pero sin llegar a formar un puré para que quede con trocitos pequeños.
En un cazo calentamos unas cucharadas del jugo de la piña agregando la gelatina hidratada y removiendo bien para diluirla, y después la agregamos la piña triturada incorporándola.
Empezamos el montaje humedeciendo ligeramente los bizcochos y los vamos poniendo en la base del molde...
... hasta que cubra toda la superficie.
No empapes demasiado los bizcochos con el jugo porque rezumaría mucho cuando tengas cuajando la tarta.
El siguiente paso es montar la nata, que debe estar muy fría.
Utiliza unas varillas eléctricas y cuando esté semimontada añade el azúcar en forma de lluvia y sigue batiendo hasta que esté bien montada y forme picos fuertes.
Luego le añadimos la piña triturada y las mezclamos bien con ayuda de una lengua y movimientos envolventes para que la nata no se baje.
Volcamos la mezcla en el molde sobre la base de bizcochos.
Para que desaparezcan las burbujas utiliza un palito de brocheta y muévelo en zigzag con cuidado y superficialmente.
Para alisar la superficie déjala caer un par de veces sobre la tabla.
Cubre la base del molde con papel de aluminio ya que irá soltando algo de jugo y así no mancharás la nevera.
Metemos la tarta en la nevera refrigerándola al menos 6 horas y mejor de un día para otro.
Cuando vayas a terminar el montaje de la tarta, la desmoldamos y la ponemos en la bandeja de presentación.
Trocea las rodajas de piña que habíamos reservado para la decoración y colócala a tu gusto.
Tu tarta de piña está lista para comer.
Córtala en porciones y sírvela.