En un caldero introducimos la pechuga de pollo con un poco de sal para sancocharla.

Una vez que está hecha escurrimos el agua y la pasamos por una picadora y la colocamos en un bol.

Seguidamente trituramos el fiambre de pechuga de pavo.

Lo pasamos al mismo bol de la pechuga de pollo para mezclarlos bien.

Cogemos las cebollas y la picamos bien para que los niños puedan comerla y no se encuentren los trozos.

En una sartén ponemos a pochar las cebollas con un poco de aceite.

Una vez pochado añadimos la mezcla de la pechuga del pollo y el fiambre de pechuga de pavo.

Movemos bien para que se incorpore a la cebolla siempre con cuchara de madera para no rayar la sartén y ponemos un poco de pimienta molida y vamos añadiendo un poco de leche. Siempre la leche debe estar templada para no parar la cocción.

Movemos y añadimos unas tres cucharadas soperas de harina.

Seguimos trabajando la masa hasta conseguir que se separe completamente de la sartén.

Removemos y añadimos un trozo de mantequilla, para que quede más suave la masa.

Finalmente volcamos la masa en un recipiente y tapamos en caliente con film transparente para que no haga costras.

Dejamos que se enfríe y introducimos en la nevera. Yo siempre las hago de un día para otro ya que así me resulta más fácil montar las bolitas.

Hacemos unas bolitas, las pasamos por huevo batido.

Seguidamente las pasamos por el pan rallado.

En esta ocasión les voy a dar un pequeño truco para hacer algunas de ellas con "sorpresas". Troceamos unas lonchas de queso Gouda no demasiado finas, cogemos un poco de la masa e introducimos unos trocitos de queso.

Cerramos la bolita y pasamos, como siempre, por huevo y pan rallado. Con este truco conseguimos que cuando las partas, el queso queda derretido dentro de la croqueta, dándole un sabor muy agradable.

Freimos en abundante aceite y listas para comer.

Acompáñalas con lo que más te guste o, si haces una fiesta, ponlas como aperitivo.