En un bol amplio ponemos los huevos, la leche...
... el azúcar, el anís y el aceite de girasol, y batimos usando unas varillas manuales.
Vamos añadiendo, poco a poco, la harina con la levadura y la ralladura de limón.
Seguimos moviendo y añadiendo harina hasta que llega un momento que la masa está muy pesada...
... y tenemos que amasar con las manos hasta que notes que la masa no se te pega.
Añade harina hasta conseguirlo.
Una vez llegado este punto dejamos reposar la masa una media hora.
Cuando vayamos a freír las rosquillas nos mojamos las manos con unas gotitas de aceite, cogemos porciones de masa y hacemos una especie de churrito entre las palmas.
Formamos unos bollos juntando las puntas para que no se nos abran al freírlas.
En una sartén con abundante aceite de girasol bien caliente comenzamos a freír las rosquillas...
... y les damos la vuelta cuando estén doraditas, hasta que estén doraditas por ambos lados.
Las vamos sacando y las vamos poniendo sobre papel absorbente.
Las espolvoreamos con un poco de azúcar blanquilla y las metemos en una lata, sin taparlas, hasta que estén frías para que se conserven bien durante varios días.
Ten cuidado con los roedores que "pululan por las cocinas", que si te descuidas un poco no te dejan ni una de estas rosquillas.