Empezamos la elaboración haciendo una mantequilla avellana.
Para ello ponemos la mantequilla en un cazo al fuego...
... y dejamos que la mantequilla vaya derritiendo...
... dejándolo a fuego bajito.
Pasados unos minutos verás cómo empiezan a aparecer manchas blanquecinas en la preparación que indica que la mantequilla se está desdoblando.
Pasados unos minutos más la preparación tiene un color y un olor a avellanas. En dicho momento la retiramos del fuego, la colamos y la dejamos atemperar.
Mientras, continuamos con la elaboración poniendo en un bol el huevo con el azúcar...
... y batimos bien usando unas varillas manuales.
En otro bol ponemos la harina y la levadura tamizadas añadiendo la canela en polvo...
... y mezclamos bien con una cuchara...
... y vamos agregando la harina a la mezcla de huevo y azúcar...
... mezclando bien con las varillas.
Nos falta agregar la ralladura de limón y la mantequilla avellana atemperada...
... y seguimos mezclando hasta tener toda la mezcla integrada y sin grumos.
Metemos la mezcla en una manga pastelera...
... y rellenamos los moldes para madeleines de los que dispongas.
En mi caso el molde que utilicé es de silicona y no precisó engrasarlo.
Si utilizas otro tipo de molde conviene que los untes con mantequilla y espolvorees harina para que no haya dificultad para desmoldar.
Ponemos el molde en una bandeja de horno y lo metemos en el horno precalentado a 200ºC horneando entre 8 – 13 minutos dependiendo del tipo de horno, hasta que las veas doradas y cocidas.
Entonces las sacamos del horno y las dejamos templar...
... antes de desmoldarlas.
En mi caso decidí espolvorearlas con azúcar glass usando un colador para ello.
Las madeleines están listas para comer.
Puedes guardarlas en un recipiente hermético una vez hayan enfriado.
¡Son ideales para acompañar con un café!